Hace unos meses un amigo del Centro Excursionista de Valencia instó mi colaboración para organizar una excursión por nuestro término municipal y no pude por menos sino acceder gustoso a la petición.
Pues bien, la excursión se programó para la sección “Muntanyes” de las actividades sociales organizadas del Centro, bajo el título “Muntanyes de Ludiente. El castell del Buey Negro i el riu Villahermosa” y este pasado domingo, 15 de enero de 2012, bastante frío pero con un sol espléndido, sobre las 10 h. de la mañana, un autobús llegado desde Valencia aparcaba junto al Restaurante Solsona con el personal que se había apuntado al evento. Del vehículo descendió un total de 41 excursionistas dispuestos a seguir sin pestañear los pasos del siguiente equipo: Pablo Tarrega, felizmente incorporado a la marcha y nominado ipso facto para ejercer en calidad de guía auxiliar del guía local (servidor) del guía oficial (Carlos Ferris).
No os voy a aburrir con la descripción de la ruta, o mejor dicho, intentaré ser breve: Hice para la ocasión la “variante completa circular”. Esto es: Canalizo, con un frío que pelaba, zig-zag, zig-zag, directos al soleado collado (La Era de los Matilda), desde allí enfilamos directamente a la muralla y, siguiendo los abismos, hasta El Pilón, encontramos el paso hasta La Cueva, como no, La Ventanica y por último, La Masía del Buey Negro, aljibes incluidos. Una visita rigurosa.
A pesar de la ruta escogida, el canguelo de los vértigos y, confieso, mi desmedida afición (-soy malo-) por pasear gente por toda clase de selvas espinosas autóctonas, los tíos/-as, incomprensiblemente, apenas si se quejaban, así que nos vimos obligados, los guías, a ilustrarlos con nuestro saber local que, en mi penoso caso, consistió en una caótica improvisación, en la que farfullé un deslabazado mezclaíllo de arqueología de baja estofa, leyendas inconexas, historia y exabruptos. Pues… ni por esas… el personal parecía, pese a todo, disfrutar con la excursión. ¡Allá ellos!
El regreso fue por la senda de siempre, (-por cierto la brigada del ayuntamiento limpió de tollagas (aliagas) a finales del verano pasado el tramo entre el collado y la pista-), pero, inmisericordes, apenas alcanzada la pista cementada, decidimos abandonarla, animosos todavía, y bajar de La Rinconada a la carretera por lo que queda de la antigua senda que pasa por debajo de la casa de La Fuente Albesa, “camino” que recientísimamente (-¡acabado en la penumbra de la noche anterior, vamos!-) ha sido “restaurado”, según se dice, por algún demente montañero que ronda por esa zona últimamente. Se han dejado marcas e hitos. [-interesados miren los mapas de este post-]
Debió gustarles la experiencia a juzgar por los apelativos que, mientras andábamos, iba oyendo por detrás: “¡impresionante!”, “¡qué vistas!”, “¡buitres!”, “¡que fostio!”, “¡una cabra!”, “¡murallas!”, “¡Penyagolosa!”,… y así. …¡Qué os voy a contar a vosotros!… (-bueno, lo de la cabra sólo lo dije yo; al segundo de la larga fila india sólo le dio tiempo a vislumbrar cómo huía el bicho y el resto ni se enteró. Pablo oyó el grito ese de aviso-peligro que emiten las cabras-). El caso es que sobrevivieron todos y llegados al pueblo sin mayor quebranto, ni incidencia remarcable, cuando se subían al autobús de regreso, unos cuantos de ellos manifestaron su gratitud por la excursión y alabaron las excelencias del pueblo.
Buena gente. (-¡y qué suerte que tenemos con nuestras montañas!-)
Pues eso.
Julio, 16 de enero de 2012.
NOTA: Todas las fotografías por © Carlos Ferris
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