Ludiente, 6 de octubre de 1927. La fotografía, que por fortuna estaba fechada, apareció el verano pasado, creo recordar, en un baúl de un familiar, fallecido poco antes, de Enrique Ibáñez (Campanero), en concreto su tía Rosario Ibáñez. Mari Carmen (de Hardacho o Floro), su mujer, tuvo la gentileza de facilitarme una copia.
Ludiente, 6 de octubre de 1927
Han transcurrido 84 años (-hoy mismo-) y si bien, a primera vista, la fisonomía del pueblo es muy semejante a la actual y resulta perfectamente reconocible, no dejaremos sin embargo de percatarnos de los muchos cambios acaecidos desde entonces tanto en el pueblo mismo como en su entorno a poco que nos detengamos brevemente en su observación.
Quizás lo primero que salta a la vista sea lo deforestado del paisaje circundante al pueblo. Recordemos aquí que tanto la población del término municipal, como la roturación del terreno pasaba por su clímax en esas décadas. Sirva a título de ejemplo la entrada de Paco sobre presas y acequias de nueva construcción (Problemática del agua para el riego), o ved la mía propia donde abordo el tema demográfico (Ludiente, 1857), sin olvidar, la venta de leña que, desde Ludiente, me contaron en una ocasión, se transportaba a lomos de caballerías para alimentar los hornos de la industria cerámica castellonense (Alcora o Lucena, supongo).
También resulta chocante a nuestros ojos la inexistencia de carreteras asfaltadas. No fue hasta los años cuarenta (3) que se construyó la primera, y única hasta los 70 (1976, en concreto), carretera propiamente dicha que conectó Ludiente con el Castillo de Villamalefa, por donde pasaba, y pasa, la Nacional 232 del Grao de Castellón a Teruel (-bueno, ahora se llama la CV-190 y la A-232-), que ya existía en los años 20 y vertebraba esta parte de Castellón. Recuerdo haber oído de pequeño al Sr. Juan, el tío Calistro, en La Plaza presumir de haber sido el primero en atravesarla con su querida e inolvidable vespa ocasionando el consabido y estrepitoso revuelo en la población y, dicho sea de paso, quizás la primera ocasión en la que se experimentaba por estos lares el dudoso placer de escuchar un motor de explosión.
Pero abrid la foto del pueblo en otra ventana y dadle al zoom. Caminos, y buenos caminos, existían. El que se dirige a Giraba es el que ahora está asfaltado y nos deja en el Castillo. Seguid su trazado y veréis que todavía no se había edificado el Garaje del Conde (la casa de piedra rojiza junto al Frontón, que obviamente tampoco estaba), sin embargo sí que distingo perfectamente el olmo -ya estaba ahí en el 27 y bien hermoso- junto a los pajares que están poco después de esa curva, arriba de lo que una ocasión fue el Matadero. La era trasera a dichos pajares apenas se distingue, pero fijaros cómo resplandecen las eras situadas a la izquierda del cementerio. Estaban a pleno rendimiento.
En esa misma zona, haciendo lazadas desde la última casa del pueblo y pasando a la derecha del cementerio, también podemos ver el camino que, a la altura del peirón, se bifurcaba en dos: el de Lucena que se distingue hasta el borde de la fotografía y el del Castillo de Villamalefa que apenas se vislumbra, haciendo sus zig-zag, en la vertical del cementerio y pasando a la izquierda de una caseta blanca, arriba siguiendo la cresta de esa montaña. La propia población de El Castillo se ve, difuminada arriba al fondo de la fotografía, rodeado de un paisaje engañosamente “desértico”.
La Plaza en fiestas (¿Años 50-60?)
Y volvamos al pueblo… Observad la zona de la Plaza de San Pedro, –La Placeta–, y se nos muestra un extraño vacío,…una desconocida amplitud que sorprende. Quizás sólo se deba a que no “está” la casa del carpintero, Capucho, donde estaba teléfonos (en realidad, el único que existió en el pueblo durante mucho tiempo), enfrente del horno, sino la olmeda extendida que se conservó hasta no hace muchos años junto a ella, al final de la calle de Los Postigos. –Pero hay algo más que no logro discernir…-
Prestad atención ahora a la zona donde se ubica actualmente el nuevo edificio del ayuntamiento y veréis una fila de casas de piedra sin encalar. Detrás otra fila de casas, estas sí, bien enjalbegadas. A primera vista uno piensa que la calle formada por ambas filas sería el precedente remoto de la carretera de Argelita, sin embargo, se trata de la calle San Roque, la que saliendo de la Plaza del Olmet desemboca en la Plaza de San Roque. La carretera se construyó inmediatamente delante del grupo de casas no encaladas. Contad las calles (o seguid el método que mejor os parezca) y llegaréis a la misma conclusión. Os facilito un callejero, –no muy actualizado, es cierto, pero muy “topográfico”-, de Ludiente para vuestra utilidad.
–¿Identificáis vuestras casas,… vuestros tejados?-
Para acabar, dirijamos nuestra mirada de nuevo a los alrededores del pueblo y, en concreto, vayamos al río y a su huerta. Ese río que, apenas cinco años antes, un 16 de octubre de 1922, había protagonizado la riada más importante que se recuerda y devastado su huerta, o, al menos, los ramblones, (-las parcelas en primera línea de fuego, las que se sitúan en plena zona de inundación-), como en su día nos contó Paco en un comentario en este mismo blog y se nos describe en las dos últimas páginas de este interesante texto sobre Rambladas de Santa Ana de Inmaculada Cabedo Andreu y Toni Barrera Escoda de Zucaina. La huerta estaba reconstruida,… pero además, si os fijáis, (-o me lo parece a mí-), parece que la hay en las dos márgenes del río, no como en nuestros días… Y en la Badina puede apreciarse, no solo la limpieza de un cauce actualmente intransitable,… grava y poco más, algún baladre,… sino cómo se bifurcaba en dos: el río que pasa por La Sardina, tal y como ahora lo sigue haciendo, y el que, aparentemente más caudaloso, discurre apegado a la ceica y del que, hoy en día, todavía podemos reconocer sus restos cada vez que pisamos esa reciclada puerta de madera que nos evita enfangarnos camino de nuestro baño a La Sardina, poco después de descender de la acequia. En fin…
Julio, 6 de octubre de 2011.
NOTAS:
1. En el Restaurante Solsona, justo debajo del televisor, hay también una fotografía muy antigua del pueblo, pero con otra perspectiva. Pasadme una copia y la “destripo” también.
Creo recordar que en ella, lupa en ristre, se puede adivinar todavía una plaza, La Plaza, cerrada no sólo al tráfico de vehículos de motor, sino a la que se accedía, por la parte de El Castillo, a través de unos postigos, como un arco de entrada, tal y como se hace todavía para entrar en Puertomingalvo, recuerdo del fortificado pasado del pueblo. [La Real Academia Española de la Lengua nos ofrece, entre otros, este significado para la palabra ‘postigo’: Puerta no principal de una ciudad o villa.]
Los Postigos
2. A algunas de las personas que aparecen en la fotografía de La Plaza las podrá reconocer más de uno. Si no yerro están ahí: Pepe la caseta, el herrero del pueblo, Pepe Rata,… Añadid más nombres, por favor.
La fotografía la obtuve del Programa de Fiestas del Pilar de 2004 y no está fechada, ni consta su autor.
3. Desconozco, en realidad, la fecha de construcción de la carretera a El Castillo, pero estaría en el rango 1938-1952 según mis mapas. Particularmente me inclino más hacia los 50 que hacia los 30.
4. La fotografía de Los Postigos la saqué del libro “El habla de Ludiente”, de Isabel Alba Besalduch y supongo que es de 1989 aproximadamente. La fotografía del señor en caballería se publicó en el Programa de Fiestas de Verano de 1989. Ambas están sin fechar, ni sabemos de su autoría.
5. Volveré, por último, a rogaros una vez más que busquéis por casa, en baúles o arcones de vuestros abuelos, etc. fotos antiguas del pueblo y sus gentes y nos las hagáis llegar si os parece oportuno.
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