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Archive for the ‘rio’ Category

143……….Estas últimas semanas he estado digitalizando unas viejas películas de cine en 8mm que mi padre, Francisco Barreda «el Mago«, fue filmando entre los años 60’s y 70’s. De esta última década aparecen bastantes fragmentos de los veraneos en Ludiente. Los he juntado y les he puesto música libre de licencias de El Chapa, para evitar cualquier tipo de problema de copyright. Aunque la calidad de las imágenes es un tanto pobre, no deja de ser un documento interesante y creo que éste es un buen lugar para difundirlo. Como los vídeos no pueden colgarse directamente en el blog, he alojado la peli en el YouTube.

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A pesar de todo es posible identificar a más de uno y una. Salut!

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……….Ajeno como estoy ahora mismo en Ludiente a redes sociales, internetes y otras zarandajas virtuales deleitándome de unas, ¡merecidas, qué pasa!, alargadas vacaciones, felizmente desconectado de los avatares del mundo, no os vais a librar sin embargo de “hacer los deberes” de esta semana gracias a que este trasto permite programar in advance la publicación de los post. Soy inclemente.

……….Va en serio.

……….¡Ale chic@s, os preguntaré la semana que viene!

……….¡Leed este texto del 52!

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Camins d’argent. El Millars. 1952

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……….Su lectura contiene, entre otros muchos alicientes, una deliciosa versión de las Leyendas del Boinegro del prevere (sacerdote) Andreu Monçó, viejo amigo nuestro.

……….Emili Beüt i Belenguer. El que quiera más que mire en internet.

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……….Julio, 3 de abril  de 2013.

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……….¡Puro vicio, sí! ¡Ya lo se! Pero no lo puedo evitar,… en cuanto aparece la palabra ‘Ludiente’ en cualquier texto me intereso por él dedicándole una atenta lectura, aún cuando su temática esté muy alejada de mis preferencias o sea su nivel inalcanzable para mis neuronas. No es precisamente el caso del texto que a continuación os propongo para su análisis, una Resolución de la Consellería de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, en la que, espero, más de uno sabrá encontrar su parcela de interés: urbanismo, hidrología, medio ambiente, vías pecuarias o patrimonio cultural, entre muchos otros.

……….La citada resolución se publicó en el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana, nuestro “boe”, el pasado 10 de julio y se trata de la Declaración de Impacto Ambiental a título del Plan General de Ordenación Urbana (-o mejor dicho, de la sustitución del planeamiento vigente ya desfasado-) del expediente 250/2005-AIA que, como ya habréis adivinado, no es otro sino el referido al término municipal de Ludiente y promovido por su ayuntamiento.

……….Desconozco el aprecio que pueda merecer esta clase de literatura a nuestros lectores (-a algunos por razones profesionales no nos queda más remedio que darnos a la lectura de boletines oficiales y textos legales en general-), pero puedo aseguraros que pocas veces he “disfrutado” más con un texto de estas características pues, farragoso o no, bajo el lenguaje legal-administrativo se esconde un sinnúmero de interesantes datos de toda índole referidos a nuestro terruño por no mencionar la información que nos ofrece sobre las carencias, subsanables afortunadamente, de que adolece la documentación presentada con objeto de obtener por fin el nihil obstat de la Consellería a nuestro PGOU. Otros pueblos de nuestro entorno, como por ejemplo Torrechiva, han conseguido su aprobación y lo tienen colgado en su web municipal (-echadle un vistazo al PGOU de Torrechiva y veréis por qué es deseable contar con dicho Plan, aunque sólo sea por los estudios preceptivos que se requieren para, por ejemplo, catalogar yacimientos arqueológicos, disponer de un estudio medio-ambiental, fauna, botánica, etc., conocer y estudiar los elementos etnológicos que deben ser protegidos [-¡Ay, nuestro patrimonio rural iletrado!-], bienes de relevancia local o de interés cultural y un larguísimo etcétera-).

……….Una última observación: la Resolución de la Consellería contiene la declaración de impacto ambiental de otras localidades y consta de 45 páginas. Como el documento en cuestión está protegido por contraseña no he podido eliminar las páginas referentes a otras “declaraciones”. Así pues los interesados en curiosear su lectura se dirigirán directamente a la página 26, donde se inicia la “declaración” que nos afecta, reduciéndose así a 16 las páginas que aquí se ofrecen a vuestro estudio.

……….¡Que sea de provecho!

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Clic aquí para descarga íntegra del texto

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……….Julio,  3 de octubre de 2012.

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……….Aunque veremos si este verano no nos va a tocar, con ganas o sin ellas, bañarnos en la piscina municipal a causa de la sequía (-iba a decir “la pertinaz sequía”, atavismo de los criados en tiempos del NO-DO-), me ha parecido oportuno ofreceros un texto que apareció publicado hace bastantes años en un fascículo coleccionable del periódico valenciano Las Provincias y que, en su momento, decidí conservar y escanear.

……….Redactado como libro de viaje, (“eco-rutas”), el “Río de Cristal”, como lo denomina, se nos describe principalmente entre las localidades de Puertomingalvo y El Castillo de Villamalefa, prestando alguna atención a su morfología, flora y fauna de su entorno, y contiene asimismo breves notas sobre la cultura e historia de sus pueblos. Se afirma en dicho texto que «la calidad de sus aguas puede considerarse excelente» y, sin duda, así será por comparación con otros ríos, pero os confieso que… hace ya muchos años que dejé de beber sus aguas si tenía sed. En fin… espero que su lectura sea de provecho pedagógico.

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16 páginas a un clic sobre la carátula

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……….Julio,  27 de junio de 2012.
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          Hace unos meses un amigo del Centro Excursionista de Valencia instó mi colaboración para organizar una excursión por nuestro término municipal y no pude por menos sino acceder gustoso a la petición.

          Pues bien, la excursión se programó para la sección “Muntanyes” de las actividades sociales organizadas del Centro, bajo el título “Muntanyes de Ludiente. El castell del Buey Negro i el riu Villahermosa” y este pasado domingo, 15 de enero de 2012, bastante frío pero con un sol espléndido, sobre las 10 h. de la mañana, un autobús llegado desde Valencia aparcaba junto al Restaurante Solsona con el personal que se había apuntado al evento. Del vehículo descendió un total de 41 excursionistas dispuestos a seguir sin pestañear los pasos del siguiente equipo: Pablo Tarrega, felizmente incorporado a la marcha y nominado ipso facto para ejercer en calidad de guía auxiliar del guía local (servidor) del guía oficial (Carlos Ferris).

          No os voy a aburrir con la descripción de la ruta, o mejor dicho, intentaré ser breve: Hice para la ocasión la “variante completa circular”. Esto es: Canalizo, con un frío que pelaba, zig-zag, zig-zag, directos al soleado collado (La Era de los Matilda), desde allí enfilamos directamente a la muralla y, siguiendo los abismos, hasta El Pilón, encontramos el paso hasta La Cueva, como no, La Ventanica y por último, La Masía del Buey Negro, aljibes incluidos. Una visita rigurosa.

 

  

          A pesar de la ruta escogida, el canguelo de los vértigos y, confieso, mi desmedida afición (-soy malo-) por pasear gente por toda clase de selvas espinosas autóctonas, los tíos/-as, incomprensiblemente, apenas si se quejaban, así que nos vimos obligados, los guías, a ilustrarlos con nuestro saber local que, en mi penoso caso, consistió en una caótica improvisación, en la que farfullé un deslabazado mezclaíllo de arqueología de baja estofa, leyendas  inconexas, historia y exabruptos. Pues… ni por esas… el personal parecía, pese a todo, disfrutar con la excursión. ¡Allá ellos!

 

        

          El regreso fue por la senda de siempre, (-por cierto la brigada del ayuntamiento limpió de tollagas (aliagas) a finales del verano pasado el tramo entre el collado y la pista-), pero, inmisericordes, apenas alcanzada la pista cementada, decidimos abandonarla, animosos todavía, y bajar de La Rinconada a la carretera por lo que queda de la antigua senda que pasa por debajo de la casa de La Fuente Albesa, “camino” que recientísimamente (-¡acabado en la penumbra de la noche anterior, vamos!-) ha sido “restaurado”, según se dice, por algún demente montañero que ronda por esa zona últimamente. Se han dejado marcas e hitos. [-interesados miren los mapas de este post-]

 

 

 

         Debió gustarles la experiencia a juzgar por los apelativos que, mientras andábamos, iba oyendo por detrás: “¡impresionante!”, “¡qué vistas!”, “¡buitres!”, “¡que fostio!”, “¡una cabra!”, “¡murallas!”, “¡Penyagolosa!”,… y así. …¡Qué os voy a contar a vosotros!… (-bueno, lo de la cabra sólo lo dije yo; al segundo de la larga fila india sólo le dio tiempo a vislumbrar cómo huía el bicho y el resto ni se enteró. Pablo oyó el grito ese de aviso-peligro que emiten las cabras-). El caso es que sobrevivieron todos y llegados al pueblo sin mayor quebranto, ni incidencia remarcable, cuando se subían al autobús de regreso, unos cuantos de ellos manifestaron su gratitud por la excursión y alabaron las excelencias del pueblo.

          Buena gente. (-¡y qué suerte que tenemos con nuestras montañas!-)

          Pues eso.

 

Julio, 16 de enero de 2012.

 

NOTA: Todas las fotografías por © Carlos Ferris

 

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          Ludiente, 6 de octubre de 1927. La fotografía, que por fortuna estaba fechada, apareció el verano pasado, creo recordar, en un baúl de un familiar, fallecido poco antes, de Enrique Ibáñez (Campanero), en concreto su tía Rosario Ibáñez. Mari Carmen (de Hardacho o Floro), su mujer, tuvo la gentileza de facilitarme una copia.

 

Ludiente, 6 de octubre de 1927

 

          Han transcurrido 84 años (-hoy mismo-) y si bien, a primera vista, la fisonomía del pueblo es muy semejante a la actual y resulta perfectamente reconocible, no dejaremos sin embargo de percatarnos de los muchos cambios acaecidos desde entonces tanto en el pueblo mismo como en su entorno a poco que nos detengamos brevemente en su observación.

          Quizás lo primero que salta a la vista sea lo deforestado del paisaje circundante al pueblo. Recordemos aquí que tanto la población del término municipal, como la roturación del terreno pasaba por su clímax en esas décadas. Sirva a título de ejemplo la entrada de Paco  sobre presas y acequias de nueva construcción (Problemática del agua para el riego), o ved la mía propia donde abordo el tema demográfico (Ludiente, 1857), sin olvidar, la venta de leña que, desde Ludiente, me contaron en una ocasión, se transportaba a lomos de caballerías para alimentar los hornos de la industria cerámica castellonense (Alcora o Lucena, supongo).

          También resulta chocante a nuestros ojos la inexistencia de carreteras asfaltadas. No fue hasta los años cuarenta (3) que se construyó la primera, y única hasta los 70 (1976, en concreto), carretera propiamente dicha que conectó Ludiente con el Castillo de Villamalefa, por donde pasaba, y pasa, la Nacional 232 del Grao de Castellón a Teruel (-bueno, ahora se llama la CV-190 y la A-232-), que ya existía en los años 20 y vertebraba esta parte de Castellón. Recuerdo haber oído de pequeño al Sr. Juan, el tío Calistro, en La Plaza presumir de haber sido el primero en atravesarla con su querida e inolvidable vespa ocasionando el consabido y estrepitoso revuelo en la población y, dicho sea de paso, quizás la primera ocasión en la que se experimentaba por estos lares el dudoso placer de escuchar un motor de explosión.

 

 

          Pero abrid la foto del pueblo en otra ventana y dadle al zoom. Caminos, y buenos caminos, existían. El que se dirige a Giraba es el que ahora está asfaltado y nos deja en el Castillo. Seguid su trazado y veréis que todavía no se había edificado el Garaje del Conde (la casa de piedra rojiza junto al Frontón, que obviamente tampoco estaba), sin embargo sí que distingo perfectamente el olmo -ya estaba ahí en el 27 y bien hermoso- junto a los pajares que están poco después de esa curva, arriba de lo que una ocasión fue el Matadero. La era trasera a dichos pajares apenas se distingue, pero fijaros cómo resplandecen las eras situadas a la izquierda del cementerio. Estaban a pleno rendimiento.

          En esa misma zona, haciendo lazadas desde la última casa del pueblo y pasando a la derecha del cementerio, también podemos ver el camino que, a la altura del peirón, se bifurcaba en dos: el de Lucena que se distingue hasta el borde de la fotografía y el del Castillo de Villamalefa que apenas se vislumbra, haciendo sus zig-zag, en la vertical del cementerio y pasando a la izquierda de una caseta blanca, arriba siguiendo la cresta de esa montaña. La propia población de El Castillo se ve, difuminada arriba al fondo de la fotografía, rodeado de un paisaje engañosamente “desértico”.

 

La Plaza en fiestas (¿Años 50-60?)

 

           Y volvamos al pueblo… Observad la zona de la Plaza de San Pedro, –La Placeta, y se nos muestra un extraño vacío,…una desconocida amplitud que sorprende. Quizás sólo se deba a que no “está” la casa del carpintero, Capucho, donde estaba teléfonos (en realidad, el único que existió en el pueblo durante mucho tiempo), enfrente del horno, sino la olmeda extendida que se conservó hasta no hace muchos años junto a ella, al final de la calle de Los Postigos. –Pero hay algo más que no logro discernir…-

           Prestad atención ahora a la zona donde se ubica actualmente el nuevo edificio del ayuntamiento y veréis una fila de casas de piedra sin encalar. Detrás otra fila de casas, estas sí, bien enjalbegadas. A primera vista uno piensa que la calle formada por ambas filas sería el precedente remoto de la carretera de Argelita, sin embargo, se trata de la calle San Roque, la que saliendo de la Plaza del Olmet desemboca en la Plaza de San Roque. La carretera se construyó inmediatamente delante del grupo de casas no encaladas. Contad las calles (o seguid el método que mejor os parezca) y llegaréis a la misma conclusión. Os facilito un callejero, –no muy actualizado, es cierto, pero muy “topográfico”-, de Ludiente para vuestra utilidad.

          –¿Identificáis vuestras casas,… vuestros tejados?-

           Para acabar, dirijamos nuestra mirada de nuevo a los alrededores del pueblo y, en concreto, vayamos al río y a su huerta. Ese río que, apenas cinco años antes, un 16 de octubre de 1922, había protagonizado la riada más importante que se recuerda y devastado su huerta, o, al menos, los ramblones, (-las parcelas en primera línea de fuego, las que se sitúan en plena zona de inundación-), como en su día nos contó Paco en un comentario  en este mismo blog y se nos describe en las dos últimas páginas de este interesante texto sobre Rambladas de Santa Ana de Inmaculada Cabedo Andreu y Toni Barrera Escoda de Zucaina. La huerta estaba reconstruida,… pero además, si os fijáis, (-o me lo parece a mí-), parece que la hay en las dos márgenes del río, no como en nuestros días… Y en la Badina puede apreciarse, no solo la limpieza de un cauce actualmente intransitable,… grava y poco más, algún baladre,… sino cómo se bifurcaba en dos: el río que pasa por La Sardina, tal y como ahora lo sigue haciendo, y el que, aparentemente más caudaloso, discurre apegado a la ceica y del que, hoy en día, todavía podemos reconocer sus restos cada vez que pisamos esa reciclada puerta de madera que nos evita enfangarnos camino de nuestro baño a La Sardina, poco después de descender de la acequia. En fin…

 

          Julio, 6 de octubre de 2011.

 

          NOTAS:

          1. En el Restaurante Solsona, justo debajo del televisor, hay también una fotografía muy antigua del pueblo, pero con otra perspectiva. Pasadme una copia y la “destripo” también.

          Creo recordar que en ella, lupa en ristre, se puede adivinar todavía una plaza, La Plaza, cerrada no sólo al tráfico de vehículos de motor, sino a la que se accedía, por la parte de El Castillo, a través de unos postigos, como un arco de entrada, tal y como se hace todavía para entrar en Puertomingalvo, recuerdo del fortificado pasado del pueblo. [La Real Academia Española de la Lengua nos ofrece, entre otros, este significado para la palabra ‘postigo’: Puerta no principal de una ciudad o villa.]

 

Los Postigos

 

          2. A algunas de las personas que aparecen en la fotografía de La Plaza las podrá reconocer más de uno. Si no yerro están ahí: Pepe la caseta, el herrero del pueblo, Pepe Rata,… Añadid más nombres, por favor.

          La fotografía la obtuve del Programa de Fiestas del Pilar de 2004 y no está fechada, ni consta su autor.

          3. Desconozco, en realidad, la fecha de construcción de la carretera a El Castillo, pero estaría en el rango 1938-1952 según mis mapas. Particularmente me inclino más hacia los 50 que hacia los 30.

          4. La fotografía de Los Postigos la saqué del libro “El habla de Ludiente”, de Isabel Alba Besalduch y supongo que es de 1989 aproximadamente. La fotografía del  señor en caballería se publicó en el Programa de Fiestas de Verano de 1989. Ambas están sin fechar, ni sabemos de su autoría.

          5. Volveré, por último, a rogaros una vez más que busquéis por casa, en baúles o arcones de vuestros abuelos, etc. fotos antiguas del pueblo y sus gentes y nos las hagáis llegar si os parece oportuno.

 

 

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Desde mediados de abril este discreto pajarillo insectívoro ameniza con su canto nuestros paseos por el río. El ruiseñor (Luscinia megarhynchos)  es un nidificante abundante en Ludiente. Su viaje migratorio lo realizan durante la noche y son los machos los primeros que llegan a los territorios de cría. Nada más aterrizar empiezan a cantar, mayormente son cantos nocturnos,  para atraer a las hembras que irán pasando. Su canto es  espectacular y varía según los ejemplares, hay auténticos Pavarottis y también tenores de segunda. Esto parece que se debe a que el canto se va aprendiendo oyendo a los mayores.

Su plumaje sin embargo es mucho más modesto, uniformemente pardo a excepción de la cola  que es un poco rojiza. Difícil de ver, fácil de oir. Véase un ejemplar «cazado» esta primavera:

Ruiseñor común

No he podido subir un mp3 del canto así que aquí hay un enlace al youtube.

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A vueltas con la biodiversidad  y su importancia, estas Pascuas mi hermano Jesús y yo realizamos un experimento. Nos aposentamos a ambos lados de una euphrobia , planta  relativamente abundante el el Río, con las cámaras apuntándola, corriendo el riesgo de parecer un par de frikis( a juzgar por la risa que le entro a nuestra suegra Isabel al vernos, estaba más que claro que lo habíamos conseguido). Estuvimos aproximadamente un cuarto de hora durante el cual pasaron por la planta un número grande de visitantes de diferentes especies. A falta de la presencia de ododonatos( libélulas y caballitos del diablo) que aún no han eclosionado,  las moscas parecen ser las reinas del Río. Se acercaban a la planta para libar el néctar y se llevaban el polen pegado a sus cuerpos, lo que las convierte en importantes agentes de polinización.

Lo cierto es que la mayoría de las especies que fotografiamos eran desconocidas para nosotros y lo siguen siendo en el sentido de que la identificación de las mismas resulta muy complicada, dado el enorme numero de géneros y de especies en cada género. En cualquier caso querríamos compartir unas moscas con todos vosotros:

Ectophasia crassipennis(hembra) (Ludiente)

Ectophasia crassipennis (Macho) (Ludiente)

sarcophaga sp. (Ludiente)

Gymnosoma sp. (Ludiente)

sírfido sp. (Ludiente)

Gymnosoma sp. (Ludiente)

sarcophaga sp. (Ludiente)

En principio solo íbamos a poner moscas, pero  también visitaron la planta otros insectos, avispas, mosquitos, hormigas…y entre ellos hubo uno espectacular que nos gustaría compartir también. Véase:

Chrysis sp (Ludiente)

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Seguramente más de una vez habréis visto pasar a este misil azul a unos pocos metros de la superficie del río mientras emite un agudo reclamo. El martín pescador es uno de los nidificantes más bellos de la zona. Lo hace a poca altura del nivel del agua en madrigueras que el mismo excava en los margenes del río.

Es un animal espectacular, tanto por el colorido como por el vuelo o cuando pesca. Si lo encuentras plantado en algún posadero sobre el río y tienes la suerte de que él no te vea, seguramente podrás observar como se lanza en picado para capturar pequeños peces, (aunque tampoco le hace ascos a los renacuajos o las larvas de libélula), y después como vuelve a su atalaya para devorarlos.

Aquí os dejo una imagen del amiguete:

Martín pescador (Alcedo atthis)

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           En el apartado dedicado a “industria” de la referencia a Ludiente que, en su diccionario, hace Pascual Madoz,  se menciona la existencia de tres molinos harineros en el término municipal.

          Yo conozco la “ubicación” de cuatro de ellos, aunque no me atrevo a afirmar si la función de todos era la molienda del grano, o alguno de ellos era un molino de luz. Y digo ubicación porque, de los cuatro, sólo queda en pie, uno, bien conservado por tratarse de una vivienda en uso y a resguardo de avenidas del río: la casa de “El Molino”, pues así la llamamos, inmediatamente debajo de “El Lavadero”, y las ruinas de otro: el que se halla al final de la Rocha del Molino, que por eso se denomina así la calle, prácticamente en el cauce del río, junto al Puente Viejo, reventado por higueras e intemperie y que una última riada forzó a su abandono. De niño estuve en alguna ocasión dentro de El Molino y no consigo recordar si llegué a ver la maquinaria (turbinas y esas cosas) o lo habré soñado, pero me va por la cabeza que el último uso que tuvo ese molino era la producción de electricidad para la iluminación del pueblo. (¿Alguien me puede confirmar por favor este extremo?) Si anteriormente –o siempre- fue también molino harinero es algo que desconozco.

          En cualquier caso no nos debe extrañar la existencia de “tantos” molinos. La producción de cereal era también muy importante antiguamente para la subsistencia de los habitantes del pueblo y hasta casi los años 80 se mantuvo el cultivo del trigo, si bien con una producción cada vez más menguante hasta su total desaparición.  Si descontamos el escaso maíz (panizo) que en la huerta se puede ver, que yo sepa, actualmente queda algún campo en el que todavía se siembra avena (ver Masía de los Zafones), pero ya hace muchos años que no veo una espiga de trigo “made in Ludiente”. Charlando este verano pasado con Remigio (¡qué buena cabeza tiene este hombre!) me dijo la cantidad de toneladas que se segaban sólo en la zona de La Granella y era una barbaridad. (Por cierto, el nombre de esa masía no es una casualidad. -Granella, de grano, del latín granum– Echar un vistazo a los alrededores de la masía y, con un poco de imaginación, restándole al paisaje lo que el bosque, inexorable, ha invadido, veréis un mar de oro). El destino principal del grano era naturalmente El Horno. Recuerdo perfectamente, -de eso por fortuna sí que me acuerdo-, cómo, cada verano, instalaban una trilladora donde ahora aparcan los coches -¿una era quizás?– junto al Restaurante, entonces un granero, a donde acudían los vecinos con los “machos” (mulas y otras bestias) cargados hasta los topes del preciado alimento. La trilladora en cuestión, deteriorada por los elementos y el paso del tiempo, todavía puede verse abandonada a su suerte junto al campo de fútbol de La Giraba.

© Daniel Belenguer

          Dada la necesaria localización de estos edificios en las cercanías de una fuente de agua importante, -en nuestro caso el río-, es fácil suponer cómo las inundaciones afectaban año tras año a su misma existencia. Así pues, cabe suponer que, a lo largo de la historia, (no pongo en duda el dato de Madoz para esa fecha concreta), el número de molinos haya ido variando conforme se abandonaban unos, se construían otros, las sucesivas riadas los echaban abajo, se reconstruían o no…

          ¿Cuáles son entonces los otros dos molinos?

          Enrique Ibáñez (Campanero) me contó, hace muy pocos meses, lo que le sucedió a unos familiares de Mari Carmen, su mujer.

          Vivían éstos en un molino situado a la altura del barranco que desemboca al río entre La Valentina y La Cruz Corredera. (Caminando por la carretera hacia el Castillo de Villamalefa y poco antes de llegar al Empalme -el cruce- de Giraba, cruzaréis un barranco profundamente encajado en la montaña. Ése es el barranco). Pues bien, la noche era negra y había estado lloviendo torrencialmente, cuando sus moradores, a la luz de un candil, observaron -y oyeron- la atronadora furia del río y cómo, una tras otra, se desmoronaban las paredes de los patios delanteros, que en muchas masías existen, incapaces de resistir la increíble fuerza del curso de agua desbordado. Encerrados en la vivienda y sin escape posible no les quedó más opción que, pico en ristre, practicar con premura un boquete en el muro trasero de piedra que daba a la montaña con la suficiente holgura como para pasar por él y denodadamente trepar a oscuras la muy empinada cuesta en busca de auxilio. ¡Esa gente sabía lo que se hacía! –comenta Enrique. ¿Podéis imaginaros a vosotros mismos en iguales circunstancias? Apremiados por el río, aún en el improbable supuesto de que tuviéramos a mano las imprescindibles herramientas, ¿seríamos capaces de reventar un muro de piedra, -se dice pronto- con tan escasa iluminación y los muchos nervios, escapando así a nuestra ineluctable y penosa suerte? Más bien creo que nuestra opción sería llamar al 112 y esperar desconsolados el fatal desenlace (algunos quizás preferirían rezarle a Belén Esteban). ¡Apenas unas generaciones y cómo ha cambiado el personal!

          Del molino no queda ni rastro.

          El último molino del que tengo constancia es el de la fotografía que encabeza estos párrafos. Nunca lo hemos visto en pie. Se trata de un edificio imponente, con un gran arco en un extremo y lo que parece ser el desaguadero en el otro. La fotografía es veraniega y muy antigua (¿años 30?) a juzgar por los encamisados lugareños. ¿Sorprendidos?… ¿No os resulta familiar la silueta de las montañas a su izquierda y lo que parecen (y siguen siendo) chopos detrás de las casas?

 

           La  montaña de la izquierda, en ambas fotografías, es, efectivamente, la misma: el Morrón de la Cingla (el ángulo de la fotografía es distinto, – y, desde luego, la estación del año: un 28 de enero de 2006, hace cinco años-, pero es inconfundible). ¡El molino estaba situado sobre lo que hoy es una deteriorada área recreativa,… la Fuente La Valentina!

          El río, inclemente, se lo llevó también.

 

Julio, 7 de febrero de 2011.

Nota: todas las fotografías antiguas están escaneadas del programa de fiestas de verano de 1989 y no consta su autoría, ni están fechadas.

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